Grupo Larrumba, tras las aperturas de Pipa&Co (2013), Marieta, Juanita Cruz, Frida, Perrachica, Dray Martina y Habanera, y para completar la oferta de los anteriores, se atreve con un nuevo concepto innovador, Peyote San, una fusión entre la cocina japo y mex que empieza a ser tendencia.
Los chefs son: Hugo Muñoz, responsable de la cocina japonesa, que bien conoce por su trabajo en Kabuki, Roberto Velázquez, mexicano y chef ejecutivo del grupo y Santi Aroca, formado por Martín Berasategui y con años de experiencia en Punto MX, el primer restaurante mexicano del mundo con estrella Michelín. Juntos consiguen encontrar los nexos de unión entre estas dos culturas tan distintas y dar con creaciones explosivas, únicas y divertidas.
El local es amplio y posee gran luminosidad natural, tiene una zona de barra en la sala y una terraza cerrada. La decoración es original y consigue despertar el interés de los menos curiosos. Se podría definir como una mezcla entre cantina e izakaya japonesa.
Como era de esperar, apuestan de nuevo por un interiorismo en el que se cuida cada detalle, con gran personalidad propia. Graffitis con colores llamativos y motivos japoneses y mexicanos, consiguen alegrar cada pequeño espacio. Estos, junto con materiales como cueros naturales, mimbre y telas de colores te transportan al Japón más callejero.
El concepto es exótico, atrevido y poco convencional.
La carta está estructurada de tal forma que invita a compartir y marida bien con una amplia selección de vinos y cócteles. Es una mezcla de vanguardia e innovación, puedes encontrar tanto platos tradicionales de cada cultura como fusión de sabores de ambas.
Nosotros dejamos en manos del chef, Hugo, la selección de todos los platos. Mientras esperábamos nos trajeron un aperitivo de lo más entretenido, lo que ellos llaman “polvos mágicos”, haciendo un guiño a la costumbre mexicana de comer chicharrones en la calle y dándole un toque japonés.
Nos explicaron que primero había que añadir, al pan de gambas, la lima y luego las hojas de chile, los polvos mágicos (una especie de pollitos deshidratados) y la salsa valentina sólo si nos gustaba el picante.
Para empezar, tomamos unos mejillones con tabasco casero de yuzu, cebolla frita e hilos de chile que estaban realmente buenos. He de decir que yo no soy muy amiga de los mejillones y, en este caso, el toque crujiente de la cebolla y la fusión de sabores picantes y cítricos, encajaban a la perfección y ayudaban a reducir su sabor.
También para compartir, nos trajeron el tartar de salmón con mostaza karashi, guacamole y chips de plátano que nos sorprendió gratamente. Hartos de probar tartares en gran parte de los restaurantes de Madrid, la mezcla de esta mostaza con guacamole, cebolla, algas japonesas y semillas de chile, le daba toque muy diferenciador, un sabor algo más picante y menos avinagrado.
Para probar algo típico mexicano, y antes de pasar al plato fuerte, nos trajeron los tacos al pastor con cochinita pibil, salsa de chile de árbol, cebolla, cilantro y piña. Un ejemplo de que muchas veces lo más sencillo es un acierto, un clásico bueno, bien preparado y presentado.
Por último, y el plato estrella de la comida, las costillas de res en teriyaki con cebollino, yuca frita y encurtidos. Se deshacía en la boca. Espectacular tanto por su sabor como por las dimensiones del plato.
El servicio fue impecable. Detallistas, rápidos y amables.
Si quieres vivir una experiencia distinta, un “delirio gastronómico”, te aconsejo este restaurante tan peculiar como interesante. Y si eres menos atrevido, siempre podrás optar por los clásicos de cada cultura. Productos de calidad a buen precio en un ambiente inmejorable, presentaciones originales y servicio muy atento.
Dirección: Calle Marqués de la ensenada, 16, 28004 Madrid.
Teléfono: 91 088 22 12
Precio medio: 30 €.